
Biombo veduta del Cerro del Chiquihuite. Acrílico en cartulina de algodón y cuero.

Llenas de nubes de pregones se encuentran las calles, nubes que se rompen en lluvias de palabras que riegan con vida las paredes grises de cemento, provocando el movimiento de la gente; el pan, el agua, el gas, la fruta y la verdura, todo ese remolino de sonido impulsa la vida de éstas orillas de concreto y cemento.

Tan extraordinario es a la mirada que ésta antigua cuenca antes llena de agua y rodeada de montes y ahora llena de cemento y rodeada de luces se encuentre con un faro que determina el norte, ese cerro coronado de antenas con luces rojas marca la trayectoria de los viajeros, el destino de los aviones y se cubre de historias de los vecinos quienes a veces pueden ver cosas extraordinarias.

La primera impresión al ver el horizonte que se tiene desde las azoteas del norte del Valle de México es de un enorme tapete de luz de tungsteno que sube y baja por los cerros y orillas, el vértigo de mirar lo lleno, que para en una barda perimetral la cual contiene el feroz avance de la mancha urbana; sin embargo es milagroso mirar al mismo tiempo que ese chispeante concierto de luz nos acompaña para tender la ropa.
Créditos:
- Ilustraciones, texto y Biombo: Teresa Irene Barrera